Ayer me desvirgué con Sunn O)))
en el Museo de Arte Contemporáneo de Vigo (MARCO). La verdad es que en
disco apenas los había escuchado, un par de intentos en los últimos
años en los que nunca pasé de la segunda canción, y es que las frecuencias de ultratumba no están hechos ni para ser escuchados en unos pobres
altavoces Woxter para el portatil, ni para mejorar tu eficiencia en el
trabajo.
Así a todo, esos drones eternos tampoco son santo de mi devoción e
iba predispuesto a ponerlos a caer de un burro, tacharlos de efectistas
y a no dejarme impresionar. Incluso no tuve en cuenta la advertencia de
la simpática chica que atendía la cafetería en la otra punta del MARCO,
en la que me decía que durante las pruebas de sonido todas las botellas
y copas temblaban como si se fuese a caer el edificio. Pero como en el
cuento del lobo, hasta que por fin viene no te lo acabas de creer, y a
los dos minutos de arrancar me dí cuenta que en un concierto de Sunn
O))) la música deja de ser emocional y pasa a ser física; un tour de
force de hora y media en el que el sonido entra por cada poro de tu
cuerpo, y en el que parece que en cualquier momento empieces a levitar.
Por si la experiencia sonora no fuese suficiente, los americanos
también ofrecen Espectáculo: una representación teatral en toda regla,
una drone opera digna de los mejores escenarios de la Florencia del
siglo XVII, que mejora así como van pasando los minutos, y con un
climax final visualmente fascinante.
Probablemente todo esto no fuese posible sin las interminables torres de amplificación que rodeaban el reducido escenario del MARCO, y la estupenda ambientación conseguida con humo y luces monocromáticas, pero en este caso el fin justifica los medios, ya que el resultado es verdaderamente apabullante. Ojalá todas las semanas arrancasen así.
Foto: Anthoney J Hart